La ‘mujer araña’ de Georgia: Tamara S. Mkheidze

Vidas científicas

El estudio de los arácnidos tiene siglos de historia, pero no fue hasta el siglo XX que una mujer pionera se interesara por esta fauna y decidiera dedicar su vida a descubrir los muchos misterios que aún ocultaba el Cáucaso europeo sobre ellos. Se trata de la científica Tamara Severyanovna Mkheidze, fallecida en 2007, que añadió al listado de especies de Georgia casi la mitad de las que se conocían a su muerte y que descubrió más de cuarenta nuevas. Fue la “mujer araña” en unos tiempos en los que pocas mujeres se dedicaban a la zoología en Europa, y menos aún a unos animales que despiertan más fobias que simpatía.

Tamara Mkheidze. Newsl. Brit. Arach. Soc.

Tamara Mkheidze nació el 22 de diciembre de 1915 en Kutaisi, al oeste de Georgia, cuando su país formaba parte de Imperio Ruso. A los 16 años, tras graduarse de la escuela secundaria, comenzó a estudiar zoología en la Universidad Stalin de Tiflis, mostrando ya un inusitado interés por el mundo de este grupo animal. De hecho, su tesis se titula Estudios sobre material de la fauna arácnida extendida en Georgia. Una vez graduada, con 27 años, encontró trabajo allí como asistente de laboratorio.

Fue en 1949 cuando, finalmente, fue contratada como profesora en el Instituto de Zoología de la universidad. Allí impartió clases de entomología y zoología de invertebrados hasta su jubilación, en 1990, una tarea docente que compaginaba con sus investigaciones. En aquellos primeros años, el mentor que más influyó en su carrera fue el aracnólogo ruso Dmitri E. Kharitonov. Lo conoció durante una visita a Perm, en la cordillera de los Urales, un viaje en el que enseñó a Tamara las técnicas básicas del trabajo aracnológico. Comenzó así una fructífera colaboración entre ambos que se prolongaría durante muchos años. De hecho, fue Kharitonov quien supervisó su tesis doctoral y también quien le proporcionaba especímenes de arañas caucásicas para sus investigaciones.

Investigar en aislamiento, un hándicap

Como ocurre con algunas grandes científicas, no hay mucha información sobre el desarrollo y las dificultades que pudo encontrar en su trabajo, pero si se sabe que las investigaciones de Tamara tuvieron un papel fundamental en la ciencia de la aracnología durante casi 70 años en lo que se refiere al inmenso Cáucaso. Incluso muchos años después de jubilarse –hasta un año antes de su muerte– siguió publicando artículos de gran impacto. De hecho, se la considera la iniciadora de la segunda gran etapa de esta disciplina en la región, estudios que habrían comenzado en 1866 con el primer trabajo de Koch (1866) sobre arañas caucásicas, una zona peculiar porque el endemismo es entre el 20 % y hasta el 100 % según el grupo de arañas.

En sus muchas publicaciones, Tamara abordó numerosos temas ecológicos y faunísticos tanto de arañas como de opiliones (un orden de arácnidos conocidos vulgarmente como morgaños, arañas patonas o segadores, que no son venenosos) en toda Georgia. También hizo dos trabajos dedicados a los ácaros. Gran parte de su trabajo consistió en actualizar la taxonomía con regularidad. En total, según algunas fuentes, describió treinta y seis especies de arañas y otras siete de opiliones, la mayoría de tres familias (Dysderidae, Lycosidae y Thomisidae).

Araneus tbilisiensis (hoy Araniella opisthographa), taxón descrito por Mkheidze. Wikimedia Commons.

Pero no lo tenía fácil, ni siquiera para conseguir ejemplares con los que comparar los suyos ni información científica, debido al aislamiento del país bajo el régimen soviético. A la vez, sus colegas de la URSS, a la que pertenecía el país, tampoco tenían información ni de sus publicaciones ni de los especímenes que ella recolectaba, por lo que se descubrió, muchos años después, que algunas de sus descripciones de especies eran idénticas. Pese a esos hándicaps, si hay dos especies de arañas que recibieron su nombre en su honor: Harpactea mcheidzeae Dunin (en 1992) y Gnaphosa mcheidzeae Mikhailov (en 1998).

La que se considera su contribución más importante es su monografía Arañas de Georgia: Sistemática, Ecología, Zoogeografía, que publicó en georgiano en 1997, ya jubilada. Lo curioso es que esta obra, que estaba casi terminada a finales de la década de 1970, tardara veinte años en imprimirse. Y la razón está relacionada con el fallecimiento de su esposo, el también científico (limnólogo) Lavrosi Kutubidze, que era quien la ayudaba a escribir sus publicaciones y redactar sus hallazgos en ruso científico. Tras su muerte, en 1977, nuestra científica prácticamente dejó de publicar. A esta falta de apoyo para sus artículos, se sumaba también la mencionada carencia de literatura científica extranjera actualizada; por esto último, su obra aparece obsoleta en algunas clasificaciones taxonómicas.

Por desgracia, el estado de la mayor parte de su colección de especies sigue siendo incierto, según las fuentes consultadas. El material que formaba parte de su patrimonio personal no se ha encontrado y se da por desaparecido tras vaciarse su casa. Si se conserva la parte que está en el Museo Estatal de Tiflis, con más de 3000 arañas, incluyendo especímenes de los primeros aracnólogos rusos, como los de su amigo Kharitonov. También hay algo de material en el Instituto Zoológico de la Universidad de Tiflis, el Museo de Historia Natural de Moscú y la Universidad de Perm.

Ya en su fase creativa final, entre 2004 y 2006, Tamara colaboró ​​estrechamente con la joven aracnóloga georgiana Vera Pkhakadze, con quien publicó investigaciones sobre arácnidos de la zona de Tiflis. En realidad, fue a ella a quien Tamara legó la colección que ahora está en el museo estatal.

Finalmente, Tamara Mkheidze murió el 11 de abril de 2007, en Tiflis, a la edad de 91 años.

Referencias

Sobre la autora

Rosa M. Tristán es periodista especializada en la divulgación científica y ambiental desde hace más de 20 años. Colabora de forma habitual en diferentes medios de prensa y radio de difusión nacional.

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